La “Carmen” de
Prospèr Mérimée
Otra gitana famosa es la protagonista de Carmen, una
novela escrita por Prospèr Mérimée [F1] [F2]
en 1845. En este caso el autor nos propone
Carmen, una gitana sensual, inconstante, voluble y libre. El texto de Mérimée
no trata muy amablemente a las mujeres en general y menos al personaje de
Carmen, a quien describe como bruja, ladrona y prostituta. Dedica grandes
párrafos a describir su exótica belleza, razón más que suficiente para embrujar
completamente a cualquier hombre y explicación lógica de la completa pérdida
del juicio sufrida por Don José. La temática del texto se basa fundamentalmente
en la violencia y en el erotismo; surge así otro tópico relacionado con la
cultura gitana: el de la vida en libertad, sin ataduras y convenciones que a
menudo se convierte en crimen y vida al margen de la sociedad. Carmen es el
emblema de una mujer atractiva y seductora, cuya pasión llevará a un final
trágico. Escrita en primera persona, habla de la supuesta confesión que un ex
soldado condenado a muerte, hizo a Mérimée en la víspera de su ejecución. Surge
así el mito de Carmen y de los bandoleros generosos, los toreros valientes y el
exotismo orientalizante: una imagen construida por ojos extranjeros que aún
perdura hoy en día. Como es sabido, el romanticismo, sobre todo en los
franceses, hizo atractivo el viaje a España. A comienzos del siglo XIX, surge
la nueva tipología del viajero romántico. Se hace necesaria la invención de una
serie de paraísos perdidos en donde situar la imaginación y estos paisajes se
desplazan a la Península y, más concretamente, a Andalucía. Se privilegian
nuevos motivos, los contrastes culturales, lo agreste, lo insólito, la
diversidad del paisaje, el mestizaje, el medievalismo, el orientalismo. La
imagen de España se renueva, pero para caer nuevamente en el letargo del tópico
y del lugar común.
El argumento - El sargento Don José conoce a
una hermosa gitana a la hora de llevarla a la cárcel, debido a una pelea con
una compañera de trabajo; en el intento de dejarla escapar se le descubren y,
degradado, se le condena a un mes de cárcel. Al cumplir la condena Don José,
después de muchos acontecimientos, acepta vivir en el crimen y se vuelve
contrabandista para estar cerca de Carmen. Pero Carmen se harta muy pronto de
esta unión, empieza a tratarle con desdén y acaba enamorándose de otro hombre,
el picador Lucas. Don José no se resigna y acaba matándola.
El personaje de
Carmen se ha transformado en un mito, un mito español en la literatura
francesa, y ha llegado a alcanzar tanta fama, más que ningún personaje de la
literatura mundial, a excepción de Don Quijote.
Carmen toma un
significado universal, ya que reúne en ella todos los atributos simbólicos de
la feminidad imaginada por occidente: peligrosa, seductora y, al mismo tiempo,
símbolo de libertad.
La Carmen
de Georges Bizet
Carmen ha sido representada en la
danza, el cine y el teatro y debe su fama a la ópera, que se estrenó el 3 de
marzo de 1875 (y que resultó un moderado fracaso), compuesta por el maestro
francés Georges Bizet [E1] [I2] [I3]. La ópera estaba basada en la novela homónima de Merimée,
que reproducía los tópicos de la mujer andaluza y que Bizet, sin saberlo, se
encargó de inmortalizar.
Carmen representa uno de los mitos femeninos
más exportados y exportables de la historia. La gitana cigarrera de voluptuosa
belleza, que hacía enloquecer de amor a los hombres, es uno de los grandes
mitos de la ciudad de Sevilla.
Se supone que al principio la
idea era la de componer una obra de corte humorístico. Sin embargo, desde el
momento mismo de la elección de la fuente literaria, el intento humorístico
fracasó y la ópera pasó rápidamente al ámbito del drama lírico. Hay algunas
diferencias notables entre la novela y el drama, como el hecho de que Gaucin y
su entorno desaparecen
en la ópera de Bizet, verdadero introductor del mito, y en los múltiples
autores que posteriormente adaptaron el drama al cine, a la danza o al teatro.
El mito de Carmen, su drama, se entiende sin embargo sólo en el paisaje de
Gaucín, en su serranía, paisaje elegido por Mérimée, y que Bizet transformó
situándolo en Sevilla. Gaucín, como todos los pueblos originalmente islámicos,
se caracteriza por sus calles tortuosas y estrechas difícilmente transitables
salvo para peatones y caballerías, que dan a plazuelas de forma irregular. Se
advierte la impronta de arte árabe, el mudéjar y el mozárabe. Existen en la
Serranía zonas y barrios que albergan sobre todo a moriscos o judíos, que datan
de la edad media. Las casas con sus huertos, corrales y jardines, casi sin
contacto con el exterior, con sus patios y pequeños jardines o corrales
interiores, escasos y minúsculos huecos al exterior. Andalucía con sus
perezosos campos, sus olivos cenicientos y sendas rojizas. Todo esto se
configura como escenario único a los fines de los contrabandistas y bandoleros
y sobre este marco humano y geográfico, Mérirmée inscribe su inmortal obra.
En la novela de Mérirmée el relato final no
abandona los escenarios montañosos y Bizet lo encaja en Sevilla; de hecho en la
ópera, Carmen hace desertar a D. José con el señuelo de «cuando veas/ qué
hermosa es la vida errante/ el universo por país, tu voluntad por ley, / y
sobre todo ¡la embriaguez/ de la libertad! ¡La libertad!», con lo que cae el
telón del Acto Segundo, para dar paso al Tercero, cuya escena se describe en el
libreto con estas sugerentes palabras: «El telón se levanta sobre una peñas...
lugar pintoresco y salvaje...». Es todo. La obra vuelve a Sevilla y el último
acto discurre en la plaza de toros, donde Carmen encuentra la muerte.
Pese a ello, ha de afirmarse que Carmen no es
una mujer urbana, aunque el inicio de su historia esté unido a su condición de
mujer obrera, cigarrera de Sevilla. Carmen es, sobre todo, una mujer de pueblo
y sus supersticiones de mujer peligrosa, a la vez tierna y apasionada, van
anudadas a los terrenos serranos. Aunque es verdad que su dimensión universal
va más allá del tiempo y del espacio, lo que le haría encajar en cualquier
geografía del Sur de España, sus caprichos amorosos, sus volubles arrebatos, la
encuadran perfectamente en el agreste y bravo escenario de Gaucín y su
Serranía.
Para terminar hay que añadir que en 1845 la
novela se publicó en la «Revue de deus Mondes», sin el capítulo IV, sobre los
gitanos; dos años después ya apareció como novela independiente con los cuatro
capítulos. Esta estructura desaparece en la ópera de Bizet. En 1875 se estrenó
la ópera (cantado y hablado), adaptación de la novela, lo que contribuyó a su
éxito. Después de cuarenta representaciones se adaptó todo el libreto al canto,
o sea, a la ópera, en la que las muertes se reducen a una, la de Carmen. En
España se conoció antes la ópera (en 1881 se estrena en Barcelona y en 1889 en
Madrid), pues, la novela se tradujo en 1891, aunque hay más de treinta ediciones.
Hay versiones de zarzuela, de música de cámara; en la poesía tuvo resonancia
hasta García Lorca, pasando por los Machado; tuvo reflejos en la narrativa,
teatro, danza, y en las expresiones plásticas, de Manet a Picasso, sin dejar de
citar las más de cincuenta versiones de Carmen para el cine.
La Carmen en el
cine
En la historia del cine son muchas las películas que se inspiraron en el
mito de Carmen.
Ya durante la época del cine mudo se realizaron más de diez versiones
cinematográficas centradas en el personaje de la gitana. En 1915 destacan la
versión de Raoul Walsh, con Theda Bara y la de Cecil B. De Mille: ambas
titulaban simplemente Carmen.
En 1918 Charlie Chaplin rodó e interpretó su propia Carmen, una parodia con un final feliz de las
películas de Walsh y de De Mille. Pasando por el director Ernst Lubistch, que
realizó Sangre gitana en 1918, se
llegó a un cambio de rumbo en el que la música empezó a desempeñar un papel muy
importante: se trató de una coproducción hispano-alemana dirigida por Florian
Rey titulada Carmen de Triana, en la que la bella gitana fue representada por
una célebre bailaora y cantaora del tiempo, Imperio Argentina.
En 1983, la eterna historia de amor y muerte de Carmen despertó también el
interés de Carlos Saura, uno de los directores más emblemáticos del cine
español. En la película Saura supo
crear una arquitectura muy refinada y genial en la que se combinan dos planes
diferentes el de la realidad y el de la ficción: el director español inserta la
trágica historia de la cigarrera Carmen y de Don José dentro de la preparación
de un espectáculo de Flamenco. Dos “Carmen” se enfrentan en la historia de
Saura, la protagonista de la película y la protagonista de la ópera de Bizet;
sus vidas se confunden y sus destinos se entrelazan en un hábil juego de
analogías.
La Carmen de Saura es una bailaora guapa, joven, sensual pero todavía
inmadura en el arte del baile flamenco. Su vida se cruza con la del
protagonista masculino Antonio, un bailaor y coreógrafo renombrado, que busca
desesperadamente a una bailaora, digna de representar a la Carmen en su
espectáculo de Flamenco (inspirado por la ópera de Bizet), una mujer que tenga
sus ojos y su carisma.
Un día, durante su búsqueda, Carmen le llama la atención y Antonio se da
cuenta de que, no sólo ha encontrado la Carmen para su representación, sino que
también se está enamorando de ella.
Durante la preparación del espectáculo nace, entre los dos, una gran pasión
que para Antonio se convierte en amor absoluto. Carmen parece corresponder el
amor de Antonio, pero, al mismo tiempo esconde un secreto: tiene un marido qué
está a punto de salir de la cárcel. Al aparecer del marido, Antonio se pone
celoso, pero sigue teniendo confianza en Carmen.
Al pasar el tiempo Carmen empieza a revelar su verdadera naturaleza: además
de ser muy sensual y atractiva, es muy inconstante, caprichosa y se divierte en
ligar con otros hombres. Ya no quiere estar con Antonio, quiere ser libre de
disfrutar de su juventud y de aprovechar los placeres sensuales de la vida; así
acaba traicionándolo.
La protagonista de la película se confunde con el personaje que interpreta
y muy a menudo el espectador no logra distinguir los dos planes. Lo genial de
Saura reside en representar un drama dentro de otro drama, crear la tensión
dramática dejando la duda sobre el hecho de que la tragedia que se está
consumando se refiere a Carmen y Antonio o a la historia que están
representando.
En un clímax de emociones se llega a la tragedia: después de un enésimo
rechazo, enfurecido de celos, Antonio mata a Carmen.
A confundir aún más el espectador es la escena que cierra el filme (Antonio
mata a Carmen) que coincide con la
escena de los ensayos del último acto del espectáculo (Carmen rechaza a Don
José para quedarse con el torero Escamillo).
El deseo aniquilador y la pasión devoradora conducen a los protagonistas a
la destrucción. La fuerza de los sentimientos crea una espiral que se va
cerrando hasta el drama final.
En esta Carmen se ha incorporado la danza y la música española como forma
de expresión viva, paralelamente a la música de la Opera, sumergiendo al
espectador en este personaje mítico que lo conduce a través de los celos y la
tragedia.
Los intérpretes de la película son el excelente bailaor y coreógrafo
Antonio Gades, Maria Del Sol y entre los personajes figura también el tocaor
Paco de Lucia, que supo adaptar con gran habilidad la música de Bizet a los
ritmos flamencos.